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Día de Muertos: la tradición como antídoto a la automatización

Escrito por Regina Zapata | Nov 2, 2025 9:48:53 PM

Ninguna inteligencia artificial ha podido, hasta hoy, escribir una buena calaverita.
Y no por falta de datos. Puede rimar, medir sílabas y hasta imitar el humor mexicano. Pero le falta eso que no se programa: la intención de reírse en medio de lo inevitable.

Cada noviembre, México hace algo que desconcierta a cualquier algoritmo: se burla de la muerte. No la niega ni la teme; la celebra y baila con ella. Y lo hace escribiendo versos que mezclan ironía, afecto y crítica. Es un acto profundamente humano: convertir lo más serio en un juego, lo más oscuro en una fiesta.

Las calaveritas: humor, historia y alma

Las calaveritas surgieron en los periódicos del siglo XIX como sátiras sociales. En lugar de lamentos, la gente escribía rimas donde “la huesuda” venía por políticos, artistas o personajes públicos. Era una forma de decir la verdad disfrazada de humor.

Hoy, en pleno siglo XXI, seguimos escribiéndolas: en oficinas, escuelas, redes sociales. Cambian los nombres, pero no el espíritu. Porque detrás de cada calaverita hay algo más que ingenio: hay un entendimiento cultural de la vida y la muerte.

México y su surrealismo imposible de programar

Cuando Salvador Dalí visitó México, dijo que no quería volver a un país “más surreal que sus propias pinturas”. Tenía razón.

Aquí lo insólito convive con lo cotidiano: una ofrenda al lado de una laptop, un altar en medio de una oficina, o un chatbot que responde mientras alguien escribe su calaverita para el concurso. Disfraces, fiestas, alebrijes y personajes que harían más sentido si los hubiera creado la IA que un mexicano.

México no necesita realidad aumentada: vive en una.

Y ese surrealismo, esa manera de navegar la contradicción con naturalidad, es justo lo que ninguna inteligencia artificial puede simular. Puede analizar patrones de lenguaje, pero no entender por qué una flor de cempasúchil significa “volver a casa”.

En Recursos Humanos también se entrena el alma

La automatización ha transformado la manera en que las empresas gestionan personas. Hoy los algoritmos predicen rotación, evalúan desempeño y hasta recomiendan planes de carrera. Pero la empatía, la intuición y la risa siguen siendo exclusivas del ser humano, y en especial del mexicano.

Por eso, cuando un equipo escribe calaveritas, decora un altar o simplemente se detiene a recordar, está haciendo algo más profundo que “preservar una tradición”: está entrenando su músculo emocional.

En esos gestos sencillos, la empresa se reconoce viva.

Las organizaciones más humanas no son las que tienen más datos, sino las que saben detenerse a mirar lo que los datos no capturan: la historia, la cultura, el humor compartido.

Una calaverita para la IA

La Muerte, curiosa y moderna,
se inscribió en un curso online.
“Quiero ser más eficiente”, dijo,
“y trabajar con ChatGPT, sin afán”.

Pero al leer las calaveritas,
se detuvo sin entender:
“Hay algo en esta risa triste
que jamás podré aprender."

Conclusión: lo que ninguna máquina reemplaza

La IA puede escribir poesía. Pero no sabe por qué lo haría.
Puede generar una calaverita perfecta, pero jamás entenderá por qué en México reírse de la muerte es una forma de honrar la vida.

En tiempos de automatización, las tradiciones no son solo nostalgia: son brújulas. Nos recuerdan que la tecnología puede imitar la mente, pero no el alma.

Y tal vez esa sea la mayor lección que el Día de Muertos tiene para el mundo laboral: la automatización puede hacer más cosas por nosotros. Pero hay prácticas que existen no para ser útiles, sino para recordarnos quiénes somos cuando nadie nos está midiendo.